sábado, 10 de septiembre de 2011

ESTACIONES


-Abrí los ojos. El viento soplaba en mi cara. Aunque el Sol aún no se escondía, sentí frío. Sentado allí en una ladera del río pensé que no había sentido nada peor que el dolor y la sensación del vacío que estaba viviendo en ese momento.-

Lexia se encontraba un poco más allá, en realidad su cuerpo. La tonalidad que había tomado su piel tan hermosa no dejaba lugar a dudas de que su espíritu la había dejado.
-Me dolía todo el cuerpo.-

La fuerza del río los había arrojado contra todas las rocas que habían encontrado a su paso. Pero ese dolor no tenía ninguna comparación con el sentido de perdida que tenía en el alma. Sabía que había dado todo para salvarla. Pero no lo había logrado. Ahora sólo quedaba llorarla y despedirla. Y aunque no era fácil no había nada que hacer. Ella siempre me decía :

-“El día que inicie mi viaje, se que será el día de mi libertad. Promete que no sufrirás por mí. Tienes que estar feliz porque yo estaré disfrutando de lo que jamás conocí en esta vida. Y si me extrañas demasiado sólo tienes que observar el cambio de las estaciones del año: Primavera, Verano, Otoño e Invierno. A medida que vayan pasando, sabrás que el Planeta está en constante cambio; y nosotros con él, y sentirás en el fondo de tu corazón que lo que dejamos, es sólo la piel de ésta estación. Y si los buenos espíritus están de humor quizá yo pueda volver a ver tu sonrisa y tú puedas soñar con mi felicidad.”-

-A ella no le gustaría que sufriera por esto.-
-Se que te voy a necesitar más que a nadie, pero también se que ahora tu alma recibirá la Libertad que merece.-
Faviano tomó el cuerpo de Lexia y lo cargó para entregarlo a los Ancianos que la ayudarían a encontrar el camino para ascender. Él sabía que eso era lo único que podía hacer ahora, por su amiga.

Y los Ancianos recitaron sus mantras, y Faviano cerró sus ojos y vió a Lexia caminar como jamás lo había podido hacer mientras vivió en su cuerpo enfermo. Y la vió sonreir, feliz y plena.


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