Yo grité tu nombre
en la noche fría.
Subí la cumbre
y bajé el valle
y grité y grité,
pero el silencio no
me devolvió tu voz.
La Luna escuchó
mi llanto, pero
no se conmovió
y no me lo contó.
Se lo pregunté al cielo;
¿Dónde está? ¿Dónde?
Con mis manos cavé en la tierra.
Y te llamé, y te llamé.
Y mientras cavaba y te buscaba.
La tierra me dio su respuesta.
Ahí en medio del cielo,
el mar y la tierra; estabas tú.
Ciego, sordo y mudo.
Un muñeco roto por los dolores
de la vida y la muerte.
Dije: Voy a dormir a tu lado
quizás mañana despiertes.
Pero se fue el primer día,
el segundo y el tercero.
Los días se convirtieron
en incontables para mí.
Pero ya te había encontrado
y mi búsqueda había terminado.
Yo dormía a tu lado...
y contigo.
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